y las manos cansadas, embalsamaron graciles sombras,
mientras raptabas semillas, germinaban clandestinas sobre tus parpados,
he de evitar sublimarte, aunque tu sangre, se cubra de avispas,
solo los liquenes sabran el transito de tus lagrimas,
y la rara costumbre de guardar navajas bajo tu almohada...
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